de
Tedi López Mills
Por Abril Albarrán
Abres
el libro. Las primeras líneas te describen la escena de un crimen que firma un
tal Anónimo. Pasas la página y ¡pum! hay versos:
En la primera mañana de su vida nueva
el señor Gordon (santo señor Gordon)
hacía dibujos para los nietos de sus vecinos
y atildaba el jardín para su esposa, Donna:
Terminaste
las primeras páginas y sientes que lo que acabas de leer no es sólo un poema, te
tomas un momento antes de continuar para averiguar de qué se trata esto. Tu
curiosidad por fin despierta. Echas un rápido vistazo a todas las páginas.
Todas están escritas de la misma forma. Concuerdas con la nota de Anónimo:
“esto ni se lee, ni se entiende”. Pero por algo continúas leyendo, ¿será que
quieres saber quién es ese tal Anónimo y por qué “el tal cadáver del señor
llamado Gordon” yace ahí?
En
estas páginas hallarás un poema narrativo, lo que puede indicar que su
contenido no será fácil de descifrar. Para empezar, casi como una contradicción,
la historia avanza en retroceso; narra la vida de Gordon Smith un jubilado que
fue diagnosticado con un comportamiento inestable y ahora se dedica a escribir
sus pensamientos, recuerdos y uno que otro dibujo. Hasta aquí, tiempo fuera. No
sólo porque sus líneas estén cortadas en verso significa que sea poesía, este
género va más allá de lo que vemos a simple vista.
Aquí
me parece pertinente recordar un concepto que los formalistas rusos emplearon
para hablar de uno de los propósitos del arte, el extrañamiento o
desautomatización, que no es más que brindar al receptor una percepción
diferente a la sensación de que la realidad es una para todos, hay que aumentar
la dificultad de esa percepción porque el arte también es una forma de
experimentar cualidades.[1] En
esta obra, Mills plantea esa desautomatización. Toma una historia trivial, pero
no es conveniente contarla sólo como una novela, mantiene el respeto hacia su
lector incrementando la dificultad, ¿cómo? narra la historia de Gordon en
verso. Te preguntarás, ¿qué es lo difícil de la poesía? Te digo, desde
Aristóteles, algunos humanos nos hemos hecho esa pregunta y ya es el siglo XXI
y no hemos podido acordar en una respuesta absoluta, pero te puedo enumerar sus
cualidades, una de ellas es emplear metáforas, las cuales, en esta historia,
ayudan a que veas el otro lado de la moneda.
Mi conciencia tiene huesos
y están rotos, Anónimo.
Mientras lees no sólo
quedas como espectador de una muerte, confluyes con los pensamientos del autor
a través del desdoblamiento de Gordon en Anónimo. Es ahí donde también puedes
darte cuenta de la posición que tiene la poesía en un mundo narrativo, la
poesía, el género literario que por excelencia no se lee ni se entiende, ya te
escucho decir <Esta obra está bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-CompartirIgual 4.0 Internacional.
[1] Víktor
Shklovski, El Arte Como Técnica, 9° ed.,
Trad. Ana María Nethol, Siglo Veintiuno editores, México, 1917.
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