Salvador Dalí
Con el sol nace un pequeño cornetín de un puñado de
más de mil fotografías de asnitos secos.
Con el sol, cerca de un sitio vacío y mojado, cantan 6 babas
y una pequeña sardina roncadora.
Con el sol hay una pequeña leche derecha encima el ano
de una caracola.
Con el sol me nacen dos pequeños tiburones, desden
tados, por debajo del brazo.
Con el sol hay un moco, de pie, al borde de un canto de
acera y otro moco, de pie, en la cumbre de mi dedo a
punto de volar
y otro moco derecho a 20 m. encima una piedra que pare-
ce un monumento a los loros,
y otro moco quieto encima una arna a 40 m., que es una
alegre canción,
y otro moco seco, que es un viraje,
y otro moco volador, que es un traje sastre,
y otro moco enrampado, que es la historia de una nuez,
y otro moco, dado a la bebida, que es los ruidos de la gue-
rra europea.
¡Cuando hace sol, cuando hace sol, cuando hace sol,
cuando hace sol, cuando hace sol, cuando hace sol!
Cuando hace sol, hago bonitos castillos
con corchos pintados de rojo.
Con plumas de colores.
Con saliva.
Con los pelos de las orejas de mi familia.
Con el vómito de los felices animalitos.
Con los hermosos marcos de los cuadros artísticos.
Con los excrementos de las cantantes, de las bailantes,
de las cabra, de los aficionados a la crisantema, de las
bestias secas.
Este castillo lo hago expresamente para que lo habite un
curioso matrimonio compuesto de un saltamontes viejo
y una cenicita de cigarro. El saltamontes está formado
por más de 100/000.000 diminutos peces espada; si se le
sopla, los diminutos peces espada se esparcen por el aire
y sólo queda de él una antigua y delgadísima pluma esti-
lográfica peluda.
En cuanto a la cenicita, ¿tendré que insinuar aún que
se trata de un simple MOCO?